Uno de los propósitos de este blog era colgar mi trabajo para que futuros clientes tuvieran la oportunidad de pasearse por mis fotos con toda tranquilidad y ver, degustar cada imagen e incluso, se atrevían, inspirarse para todo lo que me pedirían que hiciera. Mi inspiración como inspiración.
Todas las personas son inspiración. Así que, además de escribir sobre mis pasiones, lo que se me pasa por la cabeza y mis arranques de indignación sobre cualquier tema, también quería hacer partícipes a todas aquellas personas que, con su historia única, forman parte de la mía y de mis fotografías.
Silvia y yo solíamos jugar juntas cuando éramos pequeñas. Recuerdo que cuando llegaba la hora de volver cada una a su casa, escondíamos el juguete de una en casa de la otra para tener que volver a buscarlos y ganar algunos minutos de diversión engañando a nuestras madres. Nuestros más preciados objetos eran unos ponis de colores muy de moda a principios de los noventa, y qué ilusión me hizo encontrármelos en la nueva habitación de Éire...
Habíamos perdido el contacto desde hacía unos años porque nuestra amistad se había quedado en la infancia más inocente. Reencontrarla por la red cuando vivíamos una al lado de la otra ha sido otra más de las coincidencias, de esas que no existen (a mi parecer). Nuestras vidas habían cambiado considerablemente desde que dejamos de jugar con ponis. Nos habíamos hecho mayores. Pero eso no era una excusa para no volver a nuestras andadas y volver a "jugar".
Cuando Silvia vió mis fotos me pidió que le hiciera un book de embarazada y no dudé ni un segundo, me hacía ilusión verla de nuevo, me hacía muchísima ilusión verla embarazada y sobretodo dejar constancia de los momentos que estaba viviendo en su nueva vida con Luís.
Hablamos muchísimo aquella tarde que me acerqué a casa de Silvia y Luís. Hablamos de nuestras vidas, hablamos de fotos, me contaron lo que sentían y supe lo que debía retratar en las fotos que les iba a hacer. No me hizo falta mucho tiempo para ver la complicidad que había entre ellos, para ver la ilusión de su proyecto en común, y para sentirme como en casa en la suya propia. Así que ya todos cómodos empezamos la sesión de fotos en su propio hogar, qué mejor lugar para que dieran rienda suelta a su imaginación, su libertad y todo lo que sentían...
Fue a partir de ese momento que me di cuenta de la importancia de este tipo de fotografía. A veces se infravalora la fotografía familiar o de boda, yo misma he llegado a pensar que ese tipo de fotografía no era nada artística y, por lo tanto, "algo fácil". Me alegro de haber cambiado de opinión. Esa fotografía también puede ser artística y salir del molde en el que se la encasilla. Para mí, tener el privilegio de fotografiar los momentos más importantes de la vida de Silvia y Luís ha sido un gran regalo. Entender que están confiando en mí para que retrate todos esos momentos tan importantes en su historia, que no se repetirán, para que Éire vea el mundo que le estaban preparando y a dónde llegaba... Ese ha sido, sin duda, mi gran regalo. Intentar dibujar de una manera artística todos esos momentos es mi objetivo y lo que me ha hecho lanzarme a captar la magia de cada persona, de cada detalle de sus vidas, de manera artística. Porque cada persona tiene una historia y es única...
Este es el comienzo de la historia de Silvia, Luís y Éire.